miércoles, 1 de febrero de 2012

Regreso de Fernando VII
Restauración del absolutismo

El regreso de Fernando VII supuso que la presesión contras las personalidades liberales y afrancesadas fuera durísima. El mismo monarca escribió de puno y letra algunas sentencias que mandaron al destierro a personalidades como Quintana y Moratín, ya que el decreto de 30 de mayo de 1814 condenaba a la expatriación a todos los afrancesados, y la Real Orden de 17 de Diciembre de 1815 imponía a los tribunales que juzgaban a los liberales una serie de setencias severísimas.
Se reestructuraron las antiguas secretarías de Despacho (Estado, Hacienda, Gracia y Justicia...), se restableció la influencia del desaparecido Consejo de Castilla y también se restablecieron el Tribunal de la Santa Inquisición, los mayorazgos, los privilegios nobiliarios, y se devolvieron los bienes eclesiásticos desamortizados por las Cortes y por Jose I.
El monopolio de la prensa pasó a dos publicaciones oficiales: La Gaceta y el Diario de Madrid. El monarca no estaba dispuesto a aceptar ninguna reforma, ni siquiera las débilmente insinuadas por el Manifiesto de los persas y se limitó a gobernar como un déspota, rodeado de una "camarilla" de pequeños amigos salidos de un mundillo de eventureros, guardarropas de palacio, etc. Fernando VII fue aclamado "el mejor padre de sus vasallos", y el infante Don Antonio , de muy pequeña capacidad, fue nombrado doctor por la Universidad de Alcalá. Los ministros apenas estaban dos meses en el poder y tampoco demostraron mayor capacidad que el rey.
La influencia de Tatischeff, el embajador ruso en Madrid, fue extraordinaria porque Fernando VII, que admiraba al zar Alejandro, esperaba de éste apoyo para dominar el levantamiento de las colonias americanas y, en el Congreso de Viena, para que fueran devueltas a la reina de Etruria sus tierras de Parma. Alejandro no hizo gran cosa en la reunión de Aquisgrán donde se planteó el problema que tanto interesaba a Inglaterra que no se resolviera, y se limitó a vender 5 navíos y 3 fragatas inservibles por la cantidad de 65 millones de reales que se redujeron a 396.000 reales cuando el gobierno español tuvo que revenderlos como madera. En Viena, el embajador Pedro Gómez Labrador jugó un papel desafortunado. España, que tan directamente había intervenido en la lucha contra Napoleón, no obtuvo ventaja alguna. La hija de Carlos IV tuvo que conformarse con el pequeño Ducado de Lucca.

1 comentario:

  1. Esta entrada excede el marco cronológico de nuestra asignatura.
    Atentamente,

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