miércoles, 1 de febrero de 2012

El liberalismo español

Los pronunciamientos.

Fernando Vii había hecho en Valencia, a los diputados del Manifiesto de los persas, promesas de iniciar una serie de reformas dentro del campo absolutista. Se limitó a restablecer la mediocre Administración de 1808. Pronto el país estuvo dominado por las disputas políticas, iniciadas ya durante la Guerra de la Independencia, que dividieron a la población en tres grupos importantes: los monárquicos absolutistas, partidarios de la tradición y de las estructuras ya establecidas, que pronto se llamaron "serviles"; los liberales seguidores de la Constitución de 1812, y la gran masa de "moderados", equidistantes de ambas posiciones. Tenían una cosa en común: todos eran monárquicos, porque nobles, grandes o pequeños burgueses y oficiales del ejército eran las únicas clases sociales que intervinieron en política. El pueblo contaba poco; en general los campesinos eran más conservadores, y los artesanos y la gente de ciudad más liberales.
La reacción absolutista de 1814 a 1820 obligó a los elementos liberales (mediana nobleza, burguesía y oficiales del ejército) a refugiarse en las sociedades secretas (masonería, carbonarios) desde las que intentar un golpe afortunado que les devolviera el poder. A los liberales no les quedaba otro remedio que intentar un golpe de fuerza con el apoyo del Ejército: un "pronunciamiento". ¿Como se producía un pronunciamiento?. Las sociedades secretas y los exiliados buscaban a un general desterrado o caido en desgracia; se preparaba el ambiente en algunos cuarteles de la capital o de una ciudad importante de provincia; el día señalado se sacaban las tropas a la calle y se iniciaba una marcha sobre Madrid, o si tenía lugar en la capital se ocupaban los ministerios y los edificios gubernativos. Si el gobierno resultaba sorprendido, muchas guarniciones de provincias, previamente trabajadas, se unían al pronunciamiento. En caso contrario el pronunciamiento fracasaba y los cabecillas eran ajusticiados. El mecanismo se puso en marcha muchas veces porque la oficialidad, aunque monárquica, fue liberal y masónica hasta el período de 1868-1873, pero pocos pronunciamientos obtuvieron éxito.
En 1814, recien llegado Fernando VII a Madrid, el mariscal-guerrillero Espoz y Mina capitaneó un prununciamiento en Pamplona, que resultó un fracaso porque la oficialidad no le siguió y tuvo que huir a Francia a esperar mejor ocasión.
Los liberales siguieron casi anualmente sus intentonas. En 1815, el pronunciamiento estalló en La Coruña y fue dirigido por el brigadier guerrillero Juan Díaz Porlier; en 1616, el comisariio de guerra, Vicente Richard, preparó uno en Madir dque presuponía incluso la muerte del monarca en casa de Pepa la Malagueña, una andaluza cortejada por Fernando VII, pero tambien se frustró. Igualmente fracasaron los del teniente general Luis de Lacy en Cataluña, apoyado por militares y comerciantes en 1817, y el del coronel Vidal (1819) en Valencia, donde se proponía, nada menos, que reponer en el trono a Carlos IV, que vivía en Roma.

1 comentario:

  1. Esta entrada excede el marco cronológico de nuestra asignatura.
    Atentamente,

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